Aquella que ha presenciado mis lágrimas, aquella que me dio fuerzas para seguir, aquella que me decía lo que estaba mal. Mi confidente, mi todo, mi luz en el camino, te podré comparar con mi ángel guardián. Aquella que me hace ver mis errores y los acepta también, la única que sabe lo que voy hacer. Si alguna vez te lastimé, lo siento, no lo quise hacer. Pero si un día te me vas, espero no olvides a tu amiga sin igual, aquella que te acompañará aunque sea en tus recuerdos no más. Siempre pensé que nuestra amistad sería especial, que sería capaz de sobrepasar la barrera del tiempo; que vería pasar estaciones incontables; sabes, tenía tantas expectativas puestas en ti; necesitaba tanto, alguien en quien confiar... Supe que ambas teníamos cosas que enseñarnos, que la vida nunca se equivoca, que nos tenía sorpresas preparadas y sin duda no creo haberme equivocado. Sí, cosas buenas y malas; la mayoría de las veces las cosas suelen ser así de ambivalentes. Aunque los días nos separen y las horas nos sean exacta para nuestra compañía. Tú sabes que para ti siempre estaré..¿sabes por qué? Porque eres mi mejor amiga mi compañera y mi extensión…Porque esta no es una típica carta para las amigas, es una carta especial para ti “mi mejor amiga”. Para tus consejos, para nuestras travesuras, nuestros enojos, nuestras penas, nuestras alegrías y miles y miles de sentimientos que años tras años se han ido formando. Tu fuiste mi portadora a dejar el silencio, tu fuiste la persona con la que explote con un poco de miedo, pero me diste tu comprensión y tu amor “amiga”. Fraternidad, hermandad, complicidad, creo que estas palabras se adecuan bien para definir nuestras vidas. Nuestra amistad no la regalaría a nadie ni la olvidaría por nada del mundo. Doy gracias a Dios, amiga, por ponerte en mi camino.
Te amo con todo mi corazón.
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