Y tu seguías allí en la barra. Me comías con la mirada y el hielo de tu puta copa no era lo único que se derretía. Tenía ganas en el colchón y kilómetros en una maleta cada domingo. No te tenía a ti, pero esa noche te tenía a dos pasos. Que soy de las que beben para verte, no para olvidarte. Que te olvidaría en el tren de vuelta, pero en el de ida ya estaba deseando verte.
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