Sincerarme aún sabiendo que arriesgando podía perderlo todo.
Quedarme sin ti, no volver a mirarte a los ojos para convencerme de que he perdido.
Que no me he levantado una mañana sin pensar en tu ropa por el suelo, en el último piso, en lo grande que era esa cama y lo pequeño que fue tu desliz.
Nunca sabrás que me volaste la cabeza. No sabrás que sigo temblando si te pienso, que a kilómetros de ese parque estoy dedicándote una canción.
Que me subo en un par de tacones y no soy capaz de comerme el mundo si no estás mirándome desde la esquina de la barra.
Nunca supe que hacer contigo cuando empezaste a importarme. No me faltaron razones para olvidarte, no me faltaron bocaspara hacerlo.
Nunca me creíste, pero se acabó.
No volveré a rendir cuentas con la tapicería de tu coche, no quiero verte más ni quererte de menos.
He dejado de existir cuando tú me inventes. Ya no escribo puntos suspensivos, ni puntos apartes.
Empiezo a inventarme, empiezo a creer en una boca nueva, empiezo a encontrar una razón.
Ya está escrito.