15 nov 2012


Tal vez sean nuestras vidas, con sus casualidades y coincidencias. Tal vez sea que te extraño con la vida.


Su pelo menos rubio, más colorado.
Sus ojos.
Esa forma tan suya de mirar.
Tal vez eran sus arrebatos y su manera de hacerme reír.
Tal vez nuestras vidas, con sus casualidades y coincidencias.
De cualquier forma, me sobran motivos 
para dedicarte un trocito 
de tiempo.

Porque de repente, parece que ninguna pieza encaja en mi vida, si no estás vos.
Que tus ojos a punto de explotar de llanto se han rendido en el intento.
Parece que todo lo que estaba tan cerca, se aleja sin hacer ruido.
El invierno sin amor te suena a infierno.
Sólo tus ganas de vivir, tus carcajadas con volumen de más, sólo esa manera
de hacer feliz a las personas pueden salvarte.
Más de una noche con más de una cerveza llegué a pensar que te quería demasiado
y que te extrañaba más que nunca.
Que la vida es fácil a veces y que hay calles que son más bonitas cuando 
no hace falta olvidarlas, y menos si las camine con vos.
Pero también hay calles difíciles, y miradas que ya no deben cruzarse.
Hay momentos en la vida que son para siempre. Como el primer amor. 
Como esa sonrisa que te volaba la cabeza hace meses, 
cuando estábamos juntas.
Pero piensa en los momentos complicados y en cómo pasa el tiempo.
Acuérdate de que fue la vida la que te echó una mano y nos separamos.
La vida. La que pasa y la que te queda. 
La que ahora no avanza y se queda quieta mientras duele.
Esa vida que hace que desaparezcan las que iban a estar siempre JUNTAS.
Las que nunca fallarían y ahora ni siquiera existen. 
La misma vida que se lleva las únicas personas 
que de verdad importaban. 
Sin embargo, pasan los meses y sólo escribiría miles 
de hojas admirando lo feliz que eres.
Pero prefiero recordarte todas esas botellas de fernet vacías. Los puchos. 
Todas esas madrugadas inolvidables y los amores compartidos.
Sobre cómo cerrar los bares juntas y abrir el café con ganas de más.
Eres una razón para muchos y un ejemplo para todos.
Eres un corazón grande rodeado de corazones diminutos que no te merecen.
El mundo se ha puesto en nuestra contra, 
pero suele hacerlo con las personas valientes.
Así que deja de buscar razones que no te dejan dormir. 
Porque la única razón es seguir sin rendirse. 
La única razón es verte reír, ver como haces reír a los demás, 
tu forma de disimular, la manera en la que te vuelves orgullosa sin serlo 
y la envidia de muchos de ser feliz y transmitirlo.
Deja de suspirar por lo que nunca habrá, 
piensa en lo que está por venir y toma aire antes de darte por vencida.
Sigue perdiendo los papeles en la tercera copa y no te canses nunca de vivir.
No te olvides de mí, 
ni de nuestros secretos, 
ni de las confesiones de una noche de borrachera.
Acuérdate siempre de los amaneceres, 
de esos recuerdos que duran incontables puchos. 
De esa manera tan nuestra de cagarla 
y esa sensación tan extraña de que hemos vivido una vida parecida.
Puedes pasarte las horas muertas llorando historias 
y alguna filosofía sin sentido.
Puedes llorar desamores y días malos; 
pero nunca olvides que tienes un corazón demasiado 
grande para esta ciudad tan pequeña.
Porque eres de las de verdad, de las que quieren y consiguen. 
De las que faltan si no están. De las que le ganan la batalla 
al invierno y se dan cuenta que no era para tanto.
Gracias por estar siempre.
Por que nunca me fallaste, pero tal vez yo si.
Por estar en mi vida y hacerme un poco más feliz.
Te quiero.
Muchísimo.
Y te extraño un poco más de la cuenta..
AUNQUE NO LO DIGA.

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