He intentado buscarte, tu olor, tu sonrisa torcida, tus manos grandes. Borracha, perdida, casi tambaleante, estado que suele atraer a los menos caballerosos. He hecho de tripas corazón y he acariciado pieles ajenas pensando que eran las tuyas, hasta hartarme, hasta saciarme y tragarme todas las lágrimas, fuerte, fría, orgullosa, pero más niña que nunca.
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Todo tiene un final... Comienzo a perderte el rastro.
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